Kak
vo stolnoy Moskve belokamennoy,
vor po ulitse bezhit s bulkoy makovoy.
Nye strashit ego segodnya samosud.
Nye do bulok.
Stenku Razina vyezut!
Tsar butïlochku malvazii vïdaivayet,
peryed zyerkalom sveyskim prïshch vïdavlivayet,
primeryayet novïy persten-izumrud. I na ploshchad...
Stenku Razina vyezut!
Kak za bochkoy bokastoy bochonochek,
za boyarïney katit boyarchonochek.
Ledenyets zubenki veselo grïzut.
Nïnche prazdnik!
Stenku Razina vyezut!
Pryet kupyets, treshcha s gorokha.
Muatsya vskach dva skomorokha,
semyenit yarïzhka-plut...
Stenku Razina vyezut!
V strupyakh vsyo, yedva zhivïye,
startsï s verviem na vïye, shto-to shamkaya, polzut...
Stenka Razina vyezut!
I sramnïye devki tozhe,
pod khmelkom vskochiv s rogozhi,
ogrutsom namazav rozhi,
shparyat rïsyu v lyazhkakh zud.
Stenku Razina vyezut!
I pod vizg streletskizh zhen,
pod plevki so vsyokh storon,
na raskhristannoy telegye pill v rubakhe beloy on.
On molchal.
Nye utiralsya, ves oplevannïy tolpoy;
tolko gorko usmekhalsya, nad soboy.
Stenka, Stenka, tï kak vyetka poteryavshaya listvu.
Kak v Moskvu khotel tï vyekhat!
Vot i vyekhal tï v Moskvu...
Ladno, plyuytye, plyuytye, plyuytye.
Vsyo zhe radost zadarma.
Vï vsegda plyuyete, lyudi, v tekh kto khochet vam dobra.
Dyak mnye bil s ottyazhkoy v zubï, prigovarival, retiv:
"Suprotiv naroda vdzumai?!
Budesh znat kak suprotiv!!"
Ya derzhalsya.
Glaz nye pryatal. Krovyu kharkal ya v otvyet:
"Suprotiv boyarstva pravda!
Suprotiv naroda Nyet, nyet!"
Ot sebya ne otekrayus,
vïbral sam sebye udyel.
Pered vami, lyudi, kayus,
no nye v tom, shto dyak khotel.
Golova moya povinna,
vizhu sam, sebya kaznya:
Ya bïl protiv polovinno,
nado bïlo do kontsa.
Nyet, nye tyem ya, lyudi, greshen,
shto boyar na bashnyakh vyeshal.
Gryeshyen ya v glazakh moikh tyem,
shto malo vyeshal ikh.
Gryeshyen tyem,
shto v mirye zlobstva bïya ya dobrïy ostolop.
Gryeshyen tyem,
shto vrag kholopstva, sam ya malost bïl kholol.
Gryeshyen tyem,
shto dratsya dumal za khoroshego tsarya.
Nyet tsaryey khoroshikh!
Duren.
Stenka! Gibnesh tï zazrya!
Nad Moskvoy kolokola gudut.
K mestu Lobnomu Stenku bedut.
Pered Stenkoy, na vetru poloshcha,
byetsya kozhanïy perednik palacha.
A v rukakh u palacha nad tolpoy goluboy topor,
kak Volga, goluboy.
I plïbut, serebryas, po toporu strugi, strugi,
budto chayki poutru.
I skvoz rïla, ryashki, khari tselovanikov,
menyal, slovno bliki sredi khmari, Stenka litsa uvidal.
Bïli v litsakh dal i vïs, i v glazakh ugryumo-volnïkh,
slovno v taynïkh
malïkh Volgakh, strugi Stenkinï neslis.
Stoit vsyo sterpyet besslezno,
bït na dïbye, kolesye,
yesli rano ili pozdno
prorastayut litsa
grozno u byezlikikh na litse.
I spokoyno nye zazrya on, vidno,
zhil Stenka golovu na plakhu polozhil,
podborodok v kray izrublennïy upyer
i zatïlkom prikazal:
Davay, topor...
Pokatilas golova,
v krovi gorya,
pokhripyela golova: nye zazrya!
I uzhe po toporu
nye strugi struyki, struyki...
Shto, narod, stoish, nye prazdnuya?
Shapki v nevo i plyashi!
No zastïla ploshchad Krasnaya,
chut kolïsha berdïshi,
smolkli dazhe skomorokhi.
Sredi myortvoy tishinï peryeskakivali
blokhi s armyakov na shushunï.
Ploshchad shto-to ponyala,
ploshchad shapki snyala,
i udarili tri raza, klokocha, kolokola.
A ot krovi i chuba tyazhela,
golova yeshchyo vorochalas, zhila.
S myesta Lobnogo,
podmoklogo, iuda gdye golïtba,
vzglyadï pismami podmetnïmi shvïryala golova.
Suyetyas, drozhashchiy popik podlyetel.
Vyeki Stenkinï zakrït on khotyel,
no napruzhivshis, po zvyeri strashnï,
ottolknuli yego ruku zrachki.
Na tsarye ot etikh chyertovïkh glaz
zyabko shapka Monomakha zatryaslas.
I zhestoko, nye skrïvaya torzhestva,
nad tsaryem zakhokhotala golova.
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Entre las blancas paredes de las calles
de Moscú,
un ladrón huyó con un pan de semillas de amapola.
No tenía miedo de la muchedumbre
que lo iba a linchar. El pan no le importaba.
¡Se están llevando a Stefan Razin!
El zar está tomando una botella de malvasía,
se exprime una espinilla frente a un espejo sueco,
se prueba un nuevo anillo de esmeraldas...
¡Se están llevando a Stefan Razin!
Como un barrilito rodando tras un barril gordo,
el pequeño boyardo, se pone detrás de su madre,
mordisqueando alegre un dulce con sus dientecitos.
¡Hoy es un día de fiesta!
¡Se están llevando a Stefan Razin!
Un comerciante escupe después de comer guisantes,
dos bufones corren a toda marcha,
un borracho se mueve lentamente...
¡Se están llevando a Stefan Razin!
Todos están a duras penas están vivos.
Ancianos con cuerdas en sus cuellos,
se arrastran y murmuran algo.
¡Se están llevando a Stefan Razin!
Y también las chicas desvergonzadas saltan
medio borrachas de sus esteras,
con sus caras manchadas de pepino,
trotando y frotando sus muslos aceleradamente.
¡Se están llevando a Stefan Razin!
Las esposas de los guardias le gritaban
y todos escupían sobre él.
Iba en un carro viejo, vestido con camisa blanca.
Miró a la multitud y se hizo el silencio.
Estaba cubierto de la saliva de la muchedumbre,
no se limpió, sonreía con amargura para sí mismo.
"Stefan, Stefan, eres como una rama sin hojas,
querías venir a Moscú, y lo has conseguido".
¡Adelante, escupid, escupid, escupid!
El entretenimiento no cuesta nada.
¡Escupid, pueblo, a los que sólo desean el bien!
El empleado me golpeó en los dientes
y, ansioso, dictó su veredicto:
"¿Cree que está en contra de la gente?
¡Se dará cuenta de lo que significa estar en contra!"
Mantuve mi posición. No aparté la mirada.
Escupí sangre en mi respuesta:
"Contra los boyardos, sí!
Contra el pueblo... ¡No, no!"
No me retracté de mis palabras.
He elegido mi propio destino.
Me arrepiento ante vosotros, pueblo,
pero no por lo que el empleado ha dicho.
La culpa es de mi cabeza.
Ya veo, fui condenado a muerte.
Yo sólo estaba en contra de unas pocas cosas pero,
debí haber hecho todo lo que me faltaba por hacer.
No, no he pecado, pueblo,
por colgar a los boyardos en las torres.
He pecado, creo, por mandar a la horca
sólo a unos cuantos de ellos.
He pecado por tener un corazón bondadoso
en un mundo lleno de maldad.
He pecado cuando, siendo enemigo de la esclavitud,
fui un esclavo de mí mismo.
He pecado porque pensé luchar
por un zar bondadoso.
¡No hay zares bondadosos!
¡Idiota! ¡Stefan, vas a morir por nada!
Las campanas sonaban en todo Moscú.
¡Están llevando a Stefan al cadalso!
El viento hacía ondear el delantal de cuero del verdugo y golpeaba el
rostro de Stefan.
Y sobre la multitud,
el verdugo sostenía en sus manos
un hacha tan azul como el río Volga.
Y sobre el hacha, se dibujaba un reflejo plateado, eran barcos, barcos
como gaviotas en la mañana.
Y Stefan vio los rostros,
los hocicos en las horribles bocas,
las feas narizotas de los recaudadores de impuestos,
como luces en un velo de niebla.
En los rostros había lejanía y distanciamiento,
y en sus ojos sombríos y hambrientos de libertad, había barcos que
navegaban
como por Volgas en miniatura.
Vale la pena soportar sin lágrimas
la rueda y el potro si, tarde o temprano,
los rostros de los que no tienen rostro
emergen amenazadores.
Y con calma, él sabía que no había vivido en vano,
Stefan apoyó la cabeza con la barbilla en el borde y,
con un gesto de cuello, ordenó: ¡Deja caer el hacha!
Cuando cabeza rodó, bañada en sangre, exclamó:
"fue para nada".
Ahora ya no había barcos sobre el hacha,
sino pequeños riachuelos, pequeños arroyos...
¿Por qué no lo estáis celebrando, pueblo?
¡Que vuelen los sombreros y comience el baile!
Pero la Plaza Roja aún seguía congelada,
las hachas apenas podían moverse.
Incluso los bufones estaban en silencio.
En el silencio de muerte, las pulgas saltaban
de los abrigos de los campesinos
a las chaquetas de las mujeres.
La plaza había comenzado a entender,
todos se descubrieron y por tres veces
tocaron las campanas hirviendo de rabia.
A pesar del peso de la sangre
y del pelo de los cosacos,
la cabeza se sacudió, aún con vida.
Desde el cadalso empapado de sangre,
la cabeza miraba las caras anónimas de los pobres.
Un sacerdote se acercó deprisa,
quería cerrar los párpados de Stefan,
pero sus pupilas estaban tan tensas
que rechazaron la mano del sacerdote.
Y el zar, con la corona de Monomakh,
se estremeció de miedo ante sus diabólicos ojos.
Y de forma brutal, sin ocultar su triunfo,
la cabeza comenzó reír a carcajadas ante el zar.
Digitalizado y Traducido por:
Alejandro Vidal 2011
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