I Sicut ovis ad occisionem ductus est,
et dum malet ractaretur, non aperuit os
suum: traditus est ad mortem ut vivificaret populum suum.
Tradidit
in mortem animam suam, et inter iniquos reputatus est.
II Jerusalem, surge,
et exue te
vestibus jucunditatis, induere te cinere et cilicio: quia in te occisus est Salvator Israel.
Deduc quasi torrentem lacrimas per diem et noctem, Et non taceat pupilla oculi tui.
III Plange quasi virgo, plebs mea,
ululate pastores, in cinere et cilicio:
quia veniet Dies Domini magna et amara
valde.
Accingite vos, sacerdotes, et plangite,
ministri altaris, aspergite vos cinere.
IV Recessit pastor noster fons aquae vivae
ad cuius transitum sol obscuratus est:
nam et ille captus est, qui
captivum tenebat primum hominem:
hodie portas mortis et seras pariter Salvator noster disrupit.
Destruxit quidem claustra inferni et subvertit potentias diaboli.
V O vos omnes qui transitis per viam,
attendite, et videte: si est dolor similis
sicut dolor meus.
Attendite,
universi
populi, et videte
dolorem
meum.
VI Ecce
quomodo
moritur
iustus, et
nemo
percipit
corde, et viri
iusti
tolluntur, et nemo
considerat:
a facie
iniquitatis
sublatus
est
iustus et erit in pace memoria eius.
Tamquam agnus coram
tondente se obmutuit,
et non aperuit os suum: de angustia, et de iudicio
sublatus est.
VII
Astiterunt reges terrae,
et principes convenerunt in unum,
adversus Dominum, et
adversusChristum eius.
Quare fremuerunt gentes,
et populi meditati sunt inania?
VIII
Aestimatus sum cum descendentibus in lacum,
factus sum sicut homo sine adjutorio,
inter mortuos liber.
Posuerunt me in lacu inferiori,
in tenebrosis et in umbra mortis.
IX
Sepulto Domino, signatum est monumentum,
volventes lapidem ad ostium monumenti:
ponentes milites, qui custodirent illum.
Accedentes principes sacerdotum ad Pilatum, petierunt illum.

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I Fue conducido como un cordero
para
el
sacrificio, y aunque le maltrataron,
no abrió la boca.
Fue entregado a la muerte para dar la vida a su pueblo.
Entregó su alma a la muerte, y entre los injustos se contó.
II Jerusalén, despierta y despójate
de tus festivos atuendos, cúbrete con
cenizas y cilicio; porque por ti ha muerto el Salvador de
Israel.
Que broten como torrentes tus lágrimas
día y noche,
y
que
tus ojos lloren sin
descanso.
III Llora como una virgen, pueblo mío,
gritad pastores, envueltos en cenizas y
cilicios, porque el día del Señor se acerca,
grandioso y amargo. Disponeos,
sacerdotes;
llorad acólitos,
cubríos con cenizas.
IV Nuestro pastor se retira,
se aleja la
fuente de agua viva,
y
a
su
paso el sol se oscurece.
Está cautivo el que cautivo tuvo al primer hombre. Hoy,nuestro
Salvador, ha hecho pedazos
los cerrojos de las puertas de la muerte.
Sin duda, ha destruido las
cadenas del infierno
y ha aniquilado el poder del
diablo.
V Oh vosotros, que pasáis por el
camino, prestad atención y ved si existe un dolor como el mío. Estad atentos,
hombres de todas las
naciones, y contemplad mi dolor.
VI
Muere
el justo, y nadie lo advierte; los
justos
son apartados y nadie lo tiene en cuenta; el
recto
es apartado de
la
injusticia,
y
su memoria
perdurará
en paz.
Como el
cordero
enmudece
ante el esquilador,
Él enmudeció
y no abrió
la
boca, de la angustia y del juicio
fue eximido.
VII Los reyes de la tierra se sublevan y
se unen a
los príncipes en contra del Señor y en contra de su
Cristo.
¿Por qué se indignan las naciones y los pueblos
realizan
banalidades?
VIII
Me cuentan
entre los que bajan a la
fosa, soy como un hombre desamparado,
relegado entre los muertos.
Me han echado a la fosa más profunda, a las tinieblas, a la sombra de la
muerte.
IX Sepultado el Señor, el sepulcro es
sellado haciendo girar una piedra a su entrada y poniendo soldados para custodiarlo.
Los príncipes de los sacerdotes
acudieron a Pilato
y así se
lo
pidieron.
Traducido y digitalizado por:
José Carlos Carmona 2020
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